miércoles, 1 de diciembre de 2010

Una joya-Esmeralda

Al igual que la entrada anterior, esta se empezó a escribir hace un rato ya, la versión RC quedó hace poco más de un mes y los ajustes de espacios, uno que otro sinónimo y demás nimiedades se hicieron esta semana. Va pues.

Dices tener miedo, ¿de mí, de mis palabras, de mis acciones, aquellas que ni siquiera he realizado? Solo sonrío mientras pienso, en un instante de soberbia -¿miedo de lo que digo y hago o de que te logre convencer?- no lo digo, no tengo ganas de discutir, no esta noche, solo quiero estar contigo, escucharte, cenar y fumar un cigarro.

Pero insistes, tienes esa extraña idea, regla personal, de evitar que te invite hasta un café porque te sientes “comprometida” ¿en serio una ida al cine y un café pueden causar tal cosa? Por eso insistes en pagar tus cosas, supongo que por eso solo nos vemos en tu casa o con amigos. ¿Cocinar para invitarme a comer o cenar no te compromete? Preguntaría solo por poner en jaque tu principio, pero algo me dice que es mala idea, así que no hago más que reír y decirte que estás fuera de lugar, al menos conmigo.

Quisiera decirte que llevo días dándole vueltas a una versión alterna del brindis del bohemio, imagino que levanto mi copa, tomo tu mano y brindo, por tu humor negro; por tus ojos, cuya danza al azar no puedo dejar de observar mientras hablamos; por la forma en que haces muecas, arrugas la nariz y frunces el ceño mientras escribes mensajes de texto; por tus labios, para que negarlo, que quiero besar; porque capoteas mis halagos y torpes piropos que aún así te hacen sonreír; por las horas que puedo estar contigo sin dejar de escucharte, esas mismas horas que son insuficientes, fugaces como estrella de Bagdad (Sabina dixit); por tus certezas y tus dudas; por el mole negro, los chapulines, el chocolate, las cervezas y los mezcales; porque la menta que traigo para la salsa no huele ni sabe suficientemente a menta, por la admiración que me causa cada diseño que elaboras, más aún cuando lo veo materializado y pienso en las alas y garras de Cthulhu; porque simplemente no te conformas; porque no sé que canción vaya a sonar después de la que ahora escuchamos en tu sui generis colección musical; por tus caderas y tu escote; por tu sonrisa y tu risa, en pocas palabras, por ti.

Me regresas a la realidad cuando vuelves a lo de mis intenciones, y solo puedo decirte que son las peores, es la mejor salida a una pregunta para la cual ya sabes la respuesta, ¿será que querías escuchar otra cosa? No le veo ningún caso a darle vueltas. Dices que mejor lo dejemos en el plano de amistad, para no variar una canción me viene a la mente -es que no te has dado cuenta, de lo mucho que me cuesta ser tu amigo, que ya no puedo acercarme a tu boca, sin deseartela de una manera loca- maldito Vicentico. No me queda más recurso que decir lo evidente, poner mis cartas en la mesa y esperar, no retiro mis soldados de la frontera, quedan estacionados a la espera de no morir congelados.

Me acompañas a la puerta y quiero prolongar ese abrazo -que mi abrazo sea suficiente para protegerte de lo espantos del tiempo, que como cuervos flotan en tu mente- canta San Pascualito Rey en algún lugar de mi memoria. Ojalá lograra perder el único miedo que tengo últimamente y besarte, si solo fuera eso lo que busco ya lo habría hecho. Insistes en la amistad, pero hace tiempo que deje esa estación y alguien en mi posición ya no puede dar marcha atrás.

Salgo a la calle y la última cita musical llega y recuerdo una canción de La Barranca, canto por lo bajo -y al contemplar tus ojos viendo hacia mi, yo sentí que en realidad tus ojos son mi país, inmensidad oscura sobre un abismo de luz, premonición que busca la plenitud-

Te di más de lo que querías, al menos de mi, tu me ofreciste algo que ya tenía, pero no lo que quería. Abrazarte largamente, besarte, amanecer contigo, compartir, ser, estar, dar, recibir. “Así es esto del abarrote” dirías tu.

Me quedo con el Ctrl+Z, el Moras Negras, las trufas, el último beso en tu mano, que no llevé hasta tu boca (pedazo de imbécil) y los últimos 57 minutos de tu voz.

Por ahora, distancia, es por salud mental

Para cerrar, una canción, el "video" no viene al caso, lo importante es "me gustas cuando callas..."


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