martes, 2 de junio de 2009

HISTORIAS QUE VIENEN DEL PASADO

EL COMPAGAYO

Nunca supe su nombre verdadero, desde que llegué a esa escuela, y durante los 12 años que permanecí en ella, el estuvo ahí, era uno de los muchos encargados del aseo. Un pequeño ejército de personas de 50 a 65 años más o menos que, enfundados en overoles azules, mantenían las instalaciones limpias, arreglaban desperfectos menores y ayudaban en tareas varias.

Hoy diría que fue un procer en esa escuela, alburero y pedo, una auténtica joya. Constantemente podía uno pasar a su lado y sentir el aroma potente a pulque, seguramente aún fermentándose en su estómago. Parecía sacado de una caricatura japonesa, con los ojos permanentemente entrecerrados y una veintena de bigotes bastante separados unos de otros, como de gato pues.

Hace 9 años que salí de la preparatoria y deje de verlo, solo una vez me volví a parar por ahí, la escuela cambió de dueños así también habían cambiado algunas cosas y aún las que seguían tal cual las dejamos parecían distintas, si ya sé que parece jalada romántica.

Por ahí me dijeron que hace un par de años, en una temporada de lluvias extraordinariamente fuerte, se deslavó la barranca con la que colinda la escuela desapareciendo uno de los estacionamientos de maestros y el gimnasio. Nunca lo he confirmado pero supongo que era el destino de ese gimnasio por haber sido construido con dinero obtenido de forma semiesclavista obligándonos a vender chocolates, eso y el haber sido inaugurado por Bora Milutinovich (o como se escriba.

Me pregunto si el Compagayo aún bebe su pulque en el “salón de reciclado”.

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