viernes, 8 de junio de 2007

Don Diablo y El Cepillín

Desde que tengo memoria existía un billar en la esquina de mi casa, la construcción era de cemento y techo de lamina galvanizada con grandes trabes de madera, era un lugar modesto, de hecho la concurrencia no se distinguía por su elegancia, eran en su mayoría taxistas y microbuseros de la base cercana, contaba con 10 mesas de “pool”, 6 de carambola y cuatro mesas de dominó, los tapetes estaban medio quemados y descoloridos, un lugar muy cómodo para pasar el rato con los amigos con el taco en una mano y la chela en la otra.

El dueño era el Cepillín, un cuate de edad indefinida, como un joven viejo, siempre andaba por la “recepción” Don diablo, un señor de unos 50 años bastante cotorro que la hacía de mesero de vez en cuando llevando las chelas y hasta daba algún consejo a los jugadores para hacer ese tiro que parecía imposible, pero que bajo su dirección se volvía un movimiento de fantasía digno de las vegas. Fue ahí donde hice mis primeros pininos en materia billaristica, era un refugio para muchos, incluso abría en navidad y año nuevo hasta las 11 de la noche, recuerdo una ocasión en que fuimos a jugar en navidad, mientras las cenas en nuestras respectivas casas estaba lista, esa noche una buena parte de las bolas se negaban a entrar, iban perfectas hacia la buchaca pero en algún momento se iban de largo, chocaban en la pared de la buchaca y salían, alguien hizo el chiste “es el duende navideño”. Fueron buenos juegos durante varios años, con mis primos, amigos de la colonia e incluso algunos de la escuela cuyas madres no imaginaban que sus niños estaban en semejante lugar.

El lugar cerró a finales del año pasado, no he sabido porque, talvez si mi amigo “el güero cara de perro” tuviera su tienda todavía me podría decir que paso (además de la cara su mata parecía de perro afgano). No he vuelto a ver al Cepillín o a Don Diablo, el lugar sigue cerrado con varios candados y borraron el nombre en pintura blanca de la puerta. Vaya pues este post nostálgico para el “Club de Billares Rivera” y a todos aquellos que pasaron/pasamos tanto tiempo ahí.

Este post surgió porque “La Crujía L” fue a jugar billar hace un par de semanas, en lugar de entrar a escuchar una serie de ponencias, cortesía de los rectores de la ANUIES, en el COLMEX, fue divertido ver como un par de veces las bolas salieron de la buchaca, compartir una cubeta de cervezas, comprar unas halls y salir rápidamente porque esta vez era el jefe, y no nuestras madres, quien nos buscaba para ir a la comida. (Tomamos foto, pero valió madres en la transferencia, se las debo)

1 comentario:

Eduardo dijo...

Ah Chingá, si aquí si usas minúsculas,¿Porqué en los comments no?